martes, 21 de diciembre de 2010

La vida es un cambio constante, nunca permanece quieta, no es inmutable.
Un día estás en la cima del mundo y al otro te hallas en un agujero oscuro del cuál no sabes cómo coño salir…
Es cierto que existen rachas, unas mejores y otras peores, y que a todo el mundo le pasan estos cambios, ya sea con mayor o menos intensidad.
A pesar de que sabemos todo esto, siempre tendemos a ver el lado más negativo y nefasto de nuestras vidas, intentándonos convencer de que todo lo malo nos pasa a nosotros y de que las cosas buenas no compensan para nada todo lo que hemos sufrido en esta vida.
Somos unos hipócritas y unos egoístas.
Nadie, por muy triste y desgraciado que se sienta, no tiene huevos de decirle a un enfermo terminal que se siente desgraciado, y ¿por qué? Si tan mal nos sentimos y nuestras vidas no tienen sentido ¿por qué no decírselo a esta persona que está muriendo y teniendo una mierda de vida? Yo te lo diré, porque es mentira.
Ser desgraciado o no tener una vida que no merezca la pena no es igual a no tener dinero para comprarte unos pantalones o que hayas perdido las llaves del coche. Incluso si estas “desfortunas” se le ocurren día sí y día también a cualquier persona, eso no es sinónimo de ser desgraciado.
¿Sigues opinando que no tengo razón? Verás, ser desgraciado es estar muriendo de cáncer, o morir de hambre.
Ser desgraciado es tener que caminar kilómetros bajo un sol abrasador para recolectar agua para tu familia y que ésta enferme porque no es potable.
Ser desgraciado es recibir palizas de tu pareja o de tus padres o de cualquier persona.
Ser desgraciado es no tener a nadie en el mundo que te apoye, ayude y quiera de la forma que sea.
Se me ocurrirían muchísimos más ejemplos, pero no voy a malgastar fuerzas, porque todo esto tú lo sabes, y cuando acabes de leer esto, probablemente, acto seguido te olvides de todas las desgracias que existen en el mundo porque tu hijo haya roto algo del salón, porque tu perro se haya meado en la alfombra o porque no encuentres el jersey que te vas a poner en la cena de esta noche.
Pero te diré una cosa, por muy mal que te sientas (que es normal que la gente se sienta mal si tiene problemas, yo no digo que no, lo único que digo es que no hay que llevar estas desventuras a la exageración), siempre hay algo que, en cualquier momento, puede cambiarte la vida.
En el 99’99% de los casos es muy difícil de creer y es más difícil verlo, pero es así. Nunca llueve eternamente, y en vez de intentar parar la lluvia hay que aprender a bailar bajo de ella…
Tenemos que aprender a atesorar los momentos felices de nuestras vidas para que así, cuando pasemos una mala racha, podamos decirnos a nosotros mismos que no somos unos desgraciados porque hay gente en una situación muchísimo peor que la nuestra y que nosotros estábamos bien hace un par de meses, días o semanas, y que todo vuelve a su lugar.
El universo necesita equilibrarse de vez en cuando, y aunque estos cambios tengan repercusiones en nosotros, luego son para mejor.
No hay luz sin oscuridad, no hay felicidad sin tristeza…

Time to Change

lunes, 20 de diciembre de 2010

Cuando piensas que todo está perdido, que no hay nada en el mundo que pueda remediar todo lo malo que sientes.
Cuando crees que el dolor es tan real que no podrás soportarlo y te acabará matando.
Cuando sientes que ya no hay remedio, que no existe ninguna luz que pueda guiarte en medio de tu eterna oscuridad; sales de una y te metes en otra, casi sin poder asimilar nada.
Que no tienes fuerzas para volver a levantarte, que todo lo que has hecho no es suficiente y no puedes hacer más, impotencia.
Que la has cagado tantas veces, que has hecho tanto daño, que has sido orgulloso y te das cuenta cuando todo está perdido, porque es así como funcionas.
Porque sabes que hay algo mal, que tú nunca has sido así y la rabia te corre por las venas. No puedes pararlo, porque ha sido tu entorno el que te ha convertido en esa persona y te mientes a ti mismo diciendo que todo está bien, pero en tu interior sabes que no eres la persona que eras antes…
Vives aislado del mundo, finges ser feliz para no tener a la gente que te quiere encima todo el rato, porque no quieres preocuparles, porque sientes que no vales realmente la pena.
Te has creado una coraza de hielo donde cada persona que se acerca a ti acaba quemándose, pero es algo inconsciente. Es debido a todo lo que has sufrido a lo largo de tu vida y que la gente, excepto aquellos que tienen dos dedos de frente y un corazón, nunca entenderá…
No te fías de nadie porque todos los anteriores te han fallado y no quieres volver a pasar por lo mismo, porque aunque no lo parezca, te aferras a las personas a las que quieres como si no hubiera nada más en el mundo, te apoyas completamente en ellas, y cuando éstas te faltan, te desmoronas y no tienes dónde caerte muerto.
No quieres ayuda de nadie porque no quieres depender de la gente, porque llorar y pedir auxilio es de débiles y cobardes, lo sé.
He sentido lo mismo que tú muchísimas veces, créeme. Pero estar solo no es la solución…
No es la solución y me he dado cuenta de ello gracias a la gente a la que quiero y me quiere.
Hace un par de meses estaba completamente rodeada de cosas odiosas: problemas familiares, económicos y sociales, y en la única persona que podía confiar, mi pareja, me dejó en el peor momento de mi vida, porque según él no podía soportar mis problemas… y entonces es cuando tú piensas: “¿y todo lo que he soportado yo por ti? Lo he hecho porque te quiero y tú no puedes hacer lo mismo por mi…” luego viene la humillación ante esa persona, porque es lo único que “tienes” y piensas que sin esa persona tu vida no será igual, que no tendrás vida, porque ésa persona es por la cual gira todo tu mundo…
Me ha costado varios meses, 10 kilos menos y 15 ó 20 cajetillas de tabaco darme cuenta de que no merece la pena. No merece la pena creerte las afirmaciones menospreciando a tu persona que dice la gente que afirma quererte, cegarte y ver que no tienes nada a tu alrededor, que no tendrá solución, que no podrás cambiar, que no podrás avanzar…
Por suerte, me rodeo de personas que me quieren de verdad. Personas que han aguantado por mí lo que yo no sé si sería capaz de aguantar por alguien… que saben cómo soy y que conocen los problemas que me rodean, que esto no es fácil y que volverás a ser la persona que eras.
Porque eso son los amigos, que, a pesar de que tú no sepas como demostrarles lo mucho que te importan y que les hayas tratado de una forma no muy adecuada en varias ocasiones, están ahí.
Hoy soy una persona completamente “nueva” (y pongo nueva entre paréntesis porque no es que sea nueva literalmente, sino que he vuelto a ser, más o menos, la persona que era hace un año) gracias a estas personas.
Lo han dejado absolutamente todo para venir a ayudarme sin que yo se lo pidiera, han aguantado mis lágrimas, mis rebotes, mis cambios de humor y mis: “que no tengo hambre coño”.
Les debo mucho a esas personas, porque gracias a ellas hoy soy feliz.
SOY FELIZ.
Perdón que repita esa frase, pero es que hacía mucho tiempo que no la decía y sentía que era verdad…
Les debo mucho, y sé que probablemente ellos no querrán nada a cambio, pero sé que estoy en deuda con ellos para siempre, y digo para siempre porque en esta vida los problemas no se acaban ni se destruyen, solo se transforman, y sé que la próxima vez que esté mal o que el universo decida reírse de mí, ellos volverán a estar a mi lado, y esto será una deuda constante que pagaré muy gustosamente.
Simplemente gracias.