11M: una fecha para recordar

jueves, 11 de marzo de 2010


Miles de personas se levantan por la mañana, repletos de sueños y esperanzas, con ganas de comerse el mundo y todo lo que se les ponga por delante.

Din Don Din: el próximo tren se estacionará en el andén dentro de cinco minutos.

Gente esperando ansiosa para subirse y llegar a su destino. Muchos van al trabajo, muchos otros son estudiantes. Niños, adolescentes, padres, madres, abuelos, abuelas, turistas, residentes, todos entran en el tren, sin saber lo que les depara el futuro.

Un grupo de chicas está riéndose porque su amiga les cuenta que se acaba de sacar novio, un grupo de ancianos recuerdan como era Madrid en los viejos tiempos, un niño jugando con su Action Man sentado en el regazo de su madre, una mujer llorando porque acaba de separarse de su marido, y dos novios que se acaban de casar. De repente todos los pensamientos se silencian, todos se ponen nerviosos sin saber el porqué… de repente, al salir del túnel, todo empieza a vibrar, la gente se agita, se miran unos y otros, la tensión se puede cortar, no se puede respirar y el aire es denso. Todos callados, con miedo a preguntar, las vías se rompen, las ruedas chirrían, los vagones se separan, la sangre hierve, empieza la carnicería.

Los televisores de todo el mundo anuncian el desastre: una bomba en Atocha, estación de metros de Madrid, miles de muertos, cientos de heridos, familias destrozadas, familias divididas…

Los trenes estallan, revientan los vagones, los asientos se doblan, los huesos se quiebran, las luces explotan, la sangre se esparce, se ahogan los gritos, se vomitan los llantos…

La gente no da crédito, algunos ya se lo temen, han perdido a alguien, otros no quieren creérselo. Se descuelgan los teléfonos, se llama a todos los números, las líneas se saturan y el sufrimiento es mayor. Los hospitales se ponen en marcha, bomberos, policía, curiosos, todos acuden al lugar del suceso. Sale humo, la sangre tiñe las paredes, los trenes destrozados sollozan en silencio, las lágrimas pesadas se derraman en la cara de los cadáveres limpiándolos del negror de la explosión.

¿Qué ha sucedido? Un atentado. ¿Quién lo ha provocado? Nadie lo sabe. ¿Por qué razón?

Seis años después sigue siendo un misterio…

Seis años repletos de dolor, de angustia, de resentimiento.

Seis años que han provocado un vacío dentro de muchas personas.

Seis años que han pasado en un soplo.

Seis años que han marcado vidas.

Seis años que han marcado historia.

El dolor no se borra con seis años, ni con diez ni con cincuenta. El dolor no se borra, simplemente se aprende a convivir con él y éste nos acompaña hasta la tumba.

Un atentado que ha provocado muertos y que le ha extirpado la vida a la gente que ha perdido a algún ser querido.

Todo el mundo se movilizó con el suceso, pero eso solo duró un par de días, porque para los que no hemos perdido a nadie es mucho más sencillo olvidarlo. El apoyo no cuenta solo los primeros días, sino que el apoyo es bueno en todo momento, y ahora, seis años después parece que nos hemos olvidado de ese día. Ahora el hablar del tema no causa ninguna conmoción, el hablar del tema no supone ningún dolor para los que no perdieron nada, y eso me parece un comportamiento egoísta.

Yo por suerte no perdí a nadie, y espero no tener que hacerlo nunca, pero a todas esas familias, personas, individuos y seres que perdieron algo en aquel tren quiero que sepan que lo lamento muchísimo y que a mi no se me olvida lo que pasó. Sé que las palabras pueden sonar vacías y sin sentido, pero no sé cómo expresarlo de mejor forma. Simplemente puedo decir que lo siento.

Y a todas esas personas que no han perdido nada en aquel tren ni en aquella estación les doy la enhorabuena y también siento lástima por ellos, porque muchos se han olvidado del suceso y a muchos no les importa el dolor que han sufrido todas estas personas.

En cualquiera de los casos, lo siento, y espero no ser la única que recuerde ese día seis años después, y espero que la gente recuerde el once de marzo de 2004 cada día de sus vidas porque así demuestran solidaridad, y sobre todo, recordando el 11 M les demostramos a todos los que murieron que España no se ha olvidado de ellos y que los tendremos siempre presentes en nuestra mente y en nuestros corazones…

1 comentarios:

Ácrata dijo...

Es imposible olvidarlo, creo que no puedo decir más. Este día fue, es y será un golpe muy fuerte para cualquier persona que valore mínimamente la vida humana.

Un besote.